ARQUITECTURA E INTERIORISMO
CATEGORÍA RESIDENCIAL
AÑO 2020
CAJICÁ, COLOMBIA
EN CONSTRUCCIÓN
UNA ESCALERA QUE ES CORAZÓN
El corazón de Ernesto es noble. El de Carolina es apasionado. El de Santiago es curioso, y el de Juan Camilo es una chispa.
Si pudiéramos coser corazón por corazón, el de esta familia sería inconmensurable, hogareño, protector.
A este cuarteto maravilloso, lo conocimos por los hilos que teje la gratitud. En otras palabras, porque Alejandra y Fernando (aquellos a los que les diseñamos la casa de la luz) nos presentaron. (Sea este un paréntesis y un momento para honrar, otra vez, muchas veces, todas las veces, este oficio que nos asegura que la existencia no es cemento, y que una casa está hecha de historias y recuerdos).
Les estábamos contando, entonces, que coincidimos en el camino con la familia Durán Castro. Conversando con ellos entendimos que toda la magnitud de la vida la sienten cuando están juntos, que nada es más relevante que saberse próximos. Tienen el don escaso de disfrutar de lo cotidiano: un almuerzo, una película y un chocolate caliente, escuchar a los árboles mecerse… Son dueños de una sensibilidad natural, que prevalece lo simple como lo verdadero. Al ritmo de sus pulsaciones fuimos imaginándonos la casa que querían, fuimos armándola, fuimos mirándola… Sin duda sería una de intersecciones, de caminos que se acercan entre sí, y aprecian la intimidad. Una oda a la libertad de estar juntos y, a la vez, de hallar espacio para cada uno. Entonces, dibujamos una casa de dos plantas: una social y una privada, ambas unidas por una escalera. Como un símil, como un corazón que tiene arterias para enlazar, como un circuito en el que nada sobra. Es esa escalera el núcleo de todo. Cada uno tendrá su lugar, pero siempre llegará el momento de transitar por ellas. Es esa escalera el lugar que, paradójicamente, crea una distancia entre los universos propios, (la oficina de Ernesto, el taller de joyería de Carolina, el taller de arte de Santiago, la casa
en el árbol de Juan) pero es, al mismo tiempo, el lugar donde convergen como el hogar que son. Esa especie de túnel que los une; que los mantiene palpitando, que los cose con un mismo hilo irrompible y eterno; que los protege de cualquier lejanía… Porque cuando uno se asoma, los demás vienen a su encuentro.