ARQUITECTURA E INTERIORISMO
CATEGORÍA RESIDENCIAL
AÑO 2020
REPRESA DEL SISGA
EN CONSTRUCCIÓN
CUATRO SON EQUILIBRIO
Esta historia la tejen Hernando, Juby, Paola y Leonardo. Si alguno llegara a soltar el hilo, todo se deshilacharía en cuestión de segundos. No es que dependan entre sí, es que juntos son la medida, el centro, la gravedad que regula lo demás. Están unidos por el amor que se fragua en familia, por las raíces de Chocontá, donde nació el padre, por ser cuatro, el número del equilibrio.
Si se lanza una pregunta cualquiera al aire, todos tienen su forma propia de contestarla. Desde la broma, lo haría Hernando; desde la exigencia, Juby; desde la evolución, Paola; desde la curiosidad, Leonardo; pero si se les indaga por lo que un hogar es, todas las aristas confluyen en una: el suspiro que le sobra a la felicidad, el refugio donde se está a gusto, el lugar de las cosas simples.
Para llegar a esa intersección, donde todos los caminos son uno, para llegar al diseño de esa casa que imaginaban todos, viajamos a Chocontá, aquel municipio de Cundinamarca donde el viento sopla con temple y al frío no se le escapa ningún agujero. Y luego a la Represa Sisga, a recorrer sus verdes diversos, a empantanarnos los zapatos, a sentir que el aire sí es otro cuando los árboles se mecen por él.
Claro: dejamos que el viento nos trajera los mensajes, las formas, los sueños. Dejamos que los escasos rayos de sol nos suavizaran la piel. Dejamos que la naturaleza nos trazara la ruta, porque a ella pertenece la casa, de ella es el anhelo colectivo de la familia Forero-Varela. Dejamos que la arquitectura y el interiorismo emocional fueran asuntos inseparables de la esencia de ellos. En otras palabras, seguimos, por inercia, a los atardeceres, al fuego de las fogatas, a la quietud del lago; eso: diseñamos una casa de descanso, de reposo que evoca, en doble medida, el equilibrio como virtud suprema.
Esta es la casa de lo suficiente, de lo adecuado, de lo bueno como debería ser, de lo básico pero no lo simple, de lo sofisticado pero no lujoso, del punto medio entre lo clásico y lo tradicional, del cariño como llegada y encuentro incesante.
No deja de ser una metáfora bonita que los Forero-Varela sean ese número, el principio de la estabilidad vive dentro de ellos naturalmente. Estamos seguros de que encontrarnos fue una respuesta al orden perfecto que habita en el universo. Lo que ellos no sospechan, tal vez, es que las sonrisas, las lágrimas, las miradas brillantes que les vimos cuando les mostramos el resultado nos desbordan: se nos pegan, como una estampilla, al corazón y a la memoria. Son nuestra filosofía, nuestro andar. A veces faltan las palabras, a veces faltan… pero nunca la gratitud a este oficio de arquitectos que también nos hace viajeros, conversadores, intérpretes de nuevas maneras de existir.